CECIC presente en las “Primeras Jornadas de Ética de la Investigación”

CECIC presente en las “Primeras Jornadas de Ética de la Investigación”

Primeras jornadas del Comité de Ética CentralA tres años de la creación del Registro Provincial de Comités de Ética en Investigación, el comité de Ética CECIC ha estado presente en las jornadas, organizadas por el Comité de Etica Central del Ministerio de Salud de la Pcia de Buenos Aires y llevadas a cabo en Ensenada, en el Hospital Zonal de Agudos de El Dique, los días 6 y 7 de junio de 2013.
 
El Comité participó a través de distintos miembros, y ha expuesto un póster titulado «La Investigación Clínica en Contextos Sociales de Pobreza, ni exclusión, ni explotación; JUSTICIA», presentado por el Presidente del Comité, Dr. Damián Del Percio.

 

 

LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA EN CONTEXTOS SOCIALES DE POBREZA. NI EXCLUSIÓN, NI EXPLOTACIÓN: JUSTICIA

 

Autor – Relator: Del Percio, D.E. –

 

Institución: Comité de Ética CER Investigaciones Clínicas, Vicente López 1441, Quilmes, Pcia. de Buenos Aires. secretaria@bioeticacecic.com.ar;  tel. (011) 4350-8535 CP

 

Resumen: Según la justificación para investigar en poblaciones vulnerables (CIOMS Pauta 13), está permitido realizar una investigación que intente obtener conocimiento que conduzca a un mejor diagnóstico, prevención o tratamiento de enfermedades u otros problemas de salud característicos o únicos del grupo vulnerable…”. Y continua “Es justo reclutar selectivamente a personas pobres para participar como sujetos en una investigación diseñada para responder a preguntas frecuentes en este grupo. Por ej.: Desnutrición”. Ergo, sería injusto reclutarlas para responder preguntas sobre otras enfermedades NO características…
El razonamiento de CIOMS, transforma en biológico un problema social y pretende tomar a la pobreza como cualquier otra “enfermedad”. El problema radica en que mientras en las vulnerabilidades de base biológica, esa cuestión biológica (enfermedad, edad, género) es el fundamento de la vulnerabilidad y por ende se justifica investigarlas; al justificar investigar la desnutrición en la pobreza, como enfermedad característica de la misma, -pero no justificar investigar en otras enfermedades de las que los pobres también son víctimas, en muchos casos porque son pobres- se hace hincapié en una CONSECUENCIA, ignorando la BASE fáctica de donde proviene la misma, que es justamente la situación contextual de POBREZA.
Es incorrecto considerar a todas las poblaciones pobres como poseedoras del mismo tipo de vulnerabilidad, como equivalentes, porque ello esconde una simplificación que puede llevar a la injusticia. Tratar de igual forma a una población desigual implica falta de equidad en la distribución de las cargas y beneficios.
Por ello es necesario distinguir dos tipos pobreza: la Pobreza propiamente dicha (desarrollando el concepto a partir de Amartya Sen) y la Pobreza Absoluta (tomando el concepto de la definición del PNUD)
La diferencia entre ellas tiene correlato en una afectación diferenciada de cada uno los dos componentes de la “Autonomía”. Este trabajo entiende por “Autonomía” a una capacidad del individuo que depende de su intelecto. Esta capacidad intrínseca es la que permite que el individuo fije sus metas y fines. A fines analíticos, la autonomía tendría dos componentes. Uno se encuentra en el fuero interno de la persona: la razón. La capacidad de razonar permite a la persona darse sus propias normas, así como fijarse sus fines y metas en su plan de vida. El otro componente está estrechamente vinculado con el medio social, y se identifica con la libertad que tiene el individuo para obtener los medios necesarios que efectivicen su plan de vida.
En contextos de pobreza, uno de los componentes de la decisión autónoma, la “libertad”, se relativiza y se restringe fuertemente, porque dicho contexto puede transformarse en un condicionante del accionar de la persona y ejercer una fuerte presión sobre sus decisiones, pero aún así la restricción no sería sobre el componente del fuero interno de la autonomía (razón), sino sobre el abanico de opciones que potencialmente podría seleccionar y que la pobreza le restringe. En principio, las personas en situación de pobreza continúan en posesión de la potencialidad psicofísica necesaria para desarrollar sus capacidades fundamentales. Pero esto es, justamente lo que puede fallar en quienes se encuentran inmersos en la pobreza absoluta; en tanto ella ataca la posibilidad de obtener el sustento básico que permita una vida psicofísica normal, puede conllevar, entre otros efectos adversos, a la desnutrición.
Se debe distinguir entre pobreza y pobreza absoluta, para determinar si la persona posee autonomía suficiente para una toma de decisiones razonada. Las personas pobres conservan su capacidad de razonamiento, pero pierden algo, gran parte o toda la libertad necesaria para poder llevar adelante su plan de vida. Las absolutamente pobres, además de perder su libertad, pierden o ven disminuida, en ocasiones, su capacidad de razonamiento debido al efecto psicofísico que produce sobrevivir en condiciones paupérrimas. En caso de duda sobre la capacidad de comprensión del sujeto, motivada por cuestiones ajenas a la capacidad explicativa o estrategias utilizadas por el investigador, se debería solicitar la colaboración de representante/s del CEI que co-evalúe/n la capacidad de comprensión del sujeto y si las dudas persistieren, debería excluirse al potencial sujeto de investigación como medida de protección; excepto que la investigación tenga por objetivo desarrollar un tratamiento para la enfermedad que motiva esa falta de comprensión.
Si se tratare de investigaciones sobre otras dolencias NO características de la pobreza y siempre que el investigador considere que la persona ha comprendido cabalmente lo que significa su participación en el estudio, excluir a la persona en situación de pobreza del mismo no haría más que acentuar la discriminación social negativa que ya sufre. La protección que se debe otorgar a la población vulnerable: “personas en situación de pobreza” -que pueden otorgar un consentimiento válido-, no debe estar relacionada con su exclusión sistemática de las investigaciones, sino que deben ser tenidas en cuenta en una selección socialmente representativa en relación con la población anfitriona; lo que implica que tampoco deben ser los participantes exclusivos de los estudios. Se trata pues de lograr un justo equilibrio entre las dos posturas extremas: la de explotación y la de exclusión total.
Una vez que el Investigador se ha asegurado de la comprensión del sujeto y este ha aceptado participar deberían darse igualmente las siguientes condiciones para que se justifique su participación: 1.- Si no se elige siempre a la misma población exclusivamente por ser pobre; 2.- Si las personas pueden brindar su C.I. porque el componente “razón” de la autonomía es adecuado. O poseen un representante legal idóneo; 3.- Si todos los gastos, lucro cesante (es posible ser pobre aún con un trabajo), son compensados y los daños indemnizados de acuerdo a las necesidades del participante; 4.- Si los sujetos que necesiten un medicamento de eficacia probada cuando la investigación haya finalizado, lo reciban.
La falta de una mínima disposición a conectarse con la situación del prójimo y hacerla propia, dificulta cualquier conducta ética y es fomentada por una estructura social que alienta la desigualdad e inhibe la empatía entre miembros de diferentes estratos sociales. Es contra este estigma social que debemos luchar para poder entender al otro y solo entonces realmente respetarlo.